lunes, 26 de marzo de 2018


"Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños; sin ellos, ¿cómo admiraros, ni cómo vivir sin ellos? - Rosalía de Castro
"En un carro iba una pareja de casados pero iban peleados, al pasar frente a una granja el novio vio unos cochinitos y le dijo a la  mujer: ¿Familiares tuyos? Y ella le contestó: ¡Sí, mis suegros!" - Chiste Anónimo

"La moral es la ciencia que enseña, no cómo hemos de ser felices, sino como hemos de llegar a ser dignos de la felicidad." - Inmanuel Kant
ANTROPOCENTRISMO
ANTROPOMORFISMO
Tal vez haya sido por orgullo o necesidad. Tal vez la tendencia que, como todo bicho viviente, busca el control del entorno como una forma de supervivencia, algo innato que se mueve por la primacía, siempre a la busca de un mejor nivel de bienestar. Tal vez sea puro egoísmo, o el que nuestras mentes no hayan sabido cosechar una mejor lectura de la vida. Tengo mis dudas. Sea como fuere, el antropocentrismo sigue situándonos en el centro de todo hábito y disposición. Somos lo más importante del universo, los reyes y maestros de todo cuanto circunda a nuestro alrededor. Y esto, que durante tantos milenios se ha estado cultivando hasta el arraigo más pegajoso en nuestras entrañas, nos está llevando a enfermar el hábitat en el que nos movemos. El antropocentrismo, idea que nos sitúa en el centro y dominio del mundo, (como si hubiese sido creado únicamente para nosotros), nos ha llevado a la más irrespetuosa actitud con el planeta. Nos hemos creído que todo era gratis y ahora nuestro más descarado egoísmo está siendo severamente castigado. Aun así, muchos siguen sin verlo, sin querer verlo, sin querer saber. Y me pregunto, ¿podía haber sido de otra manera? ¿hay otra forma de ver las cosas?
Cierto es que cada cual ve el mundo que le rodea desde su yo pensante. Recibe impresiones sin parar y sólo cuando ya las procesa, conscientemente, se convierten en pensamientos, juicios, ideas. En cierta manera es lógico creer que el mundo externo se nos da, ya que viene hacia nosotros, nos envuelve y obliga a participar. De ahí que, si el mundo es algo, es ante todo una idea nuestra, porque es la mente la que nos autoriza a concederle esa afirmación. Estamos, entonces, obligados a adoptar una respuesta ante la vida, incluso si ésta consistiera en negarla. Teniendo en cuenta que el caprichoso obrar de la naturaleza pone incluso en peligro la misma vida que ella misma engendra, estamos aún más obligados a luchar por la permanencia existencial. Es lo que Spinoza decía “todo lo que es, en cuanto es, intenta perseverar en su existencia”.  Parece un mecanismo en busca de una mejor adaptación al medio, pero hasta donde sabemos se nos antoja torpe y demasiado precario. Todo esto nos empuja a tomar una postura que favorezca no sólo nuestra supervivencia sino que vayamos todavía más allá,  deseando un futuro prometedor donde la felicidad prevalezca con más intensidad y duración. Buscamos la máxima sensación, la plenitud sensorial. Así puestos, ¿Cómo no íbamos a otorgar una importancia primordial a nosotros mismos? ¿Quién, que animal, no lucha por que su existencia no quede enterrada en el olvido, ni pisoteada por otros?
Sacudidos por las miserias del pasado primitivo nos hemos aprovechado de este planeta cuanto hemos podido, sin dar las gracias o devolver lo que gratuitamente le robamos al mar, a la tierra y el aire. Debemos tomar conciencia de estos pecados. Y estos pecados, que no son precisamente de los que hablan las religiones, (si bien sí lo son en parte) son más bien los que provienen de la ruptura con la ética, esa que se discute entre nosotros mismos, ese pacto, ese consejo que se va modelando conforme los tiempos cambian. Camino que se traza al andar para no tropezar dos veces en la misma piedra. 
La inteligencia es una poderosa herramienta, pero ésta exige que su manejo sea eficaz. Hasta ahora, el egoísmo ha sido la mano derecha de la inteligencia. La otra, la izquierda, la codicia. Estos son los dos pilares del antropocentrismo. Disculpable hasta cierto punto, por cuanto hemos dicho anteriormente, pero ahora corresponde entender por qué se está pudriendo el mismo hábitat que nos sostiene y dio luz. Es, no cabe duda, responsabilidad nuestra el que la destrucción venga de esa actitud de ególatras ciegos a comprender cualquier otro derecho de existencia salvo la nuestra, que otras cosas existen en similares condiciones a la nuestra, que sufren al fin y al cabo de igual manera. Aquí entraría la empatía.
Dentro de la ética qué duda cabe que el amor sigue siendo el valor más poderoso del que disponemos para la convivencia pero, ¿y si a cambio aportáramos un grado de imaginación, algo que al desplegarse más allá de nosotros mismos sintiéramos una ligazón que nos hiciera simpatizar inmediatamente con cualquier animal o cosa? Un especie de prosopopeya ya utilizada por la fantasía de los poetas. Atribuir caracteres humanos a todo elemento vivo o no vivo. Algo que nos recuerde que eso, cualquier cosa que sea, tiene, además de su propia razón de existir, un parentesco con nosotros mismos. ¿No nos sería más fácil querer y respetar nuestro planeta, igual que cuidamos de un jarrón o un mueble de casa?
La más elemental similitud con cualquier cosa es la de la experiencia. Todo está ahí en idénticas condiciones y derechos que nosotros. Todo ha de sentir algo porque nada se detiene en la eternidad. No podemos saber hasta qué punto las plantas, las piedras o cualquier animal sienten, qué sienten, cómo sienten, de igual modo que tampoco tenemos acceso al interior mental de las personas. Nos fiamos por un sistema de comunicación por el que aceptamos proposiciones  de uno a otro, con la fe puesta en que dicen la verdad. Luego está el semblante que expresa distintos sentimientos. En los animales el asunto se complica y ya en las plantas solo diferenciamos su vigor o su estado marchito. En las piedras y otros objetos la cosa ya ni se sabe, su mutismo estático parecería hablar de la muerte pero…. ¿no están formadas también de átomos y otras partículas elementales en constante fluctuación? Porque ninguna piedra será la misma con el paso de los siglos. La lluvia y el viento, entre otros factores, la irán transformando. Porque hay una inter-relación con el ambiente y ya sabemos que todo permanece encadenado en un constante fluir
Las ventajas de la integración conceptual del antropomorfismo en las miras hacia este mundo son múltiples y variadas. Muchos lo considerarían de majadería, pero voy a poner un ejemplo evidente. Los perros fueron hace cien mil años animales salvajes, ¿qué ha hecho que con el tiempo sean amigos nuestros? Ahora comprendemos la sonrisa de un perro en el bailoteo de su cola, incluso podemos leer su tristeza en los ojos. No vamos a conseguir, ni debe ser nuestra intención, que recibamos una respuesta cariñosa de todos los animales, ni que decir de las plantas o las piedras, sino de sentirnos a gusto en un mundo que no tiene por qué ser hostil a todas horas. La naturaleza sufre y no sabe de nuestros propósitos. Hay propuestas metafísicas que hablan de que la principal y primera experiencia sensorial que recibimos es estética y que en el fondo lo que buscamos es amplificarla. ¿Debemos pues ver a un árbol como leña que usar para calentarnos en el invierno o como una expresión artística de la enraizada y libre naturaleza?
El antropocentrismo pondría la necesidad vital del ser vivo como principal motivo de acción y el antropomorfismo buscaría la otra necesidad de dar sentido al hecho de vivir. Ambas formas son vitales pero desgraciadamente hemos caído más presos de la satisfacción inmediata y sobreprotección de la raza a costa de sacrificar el hecho estético espiritual. Sí, he dicho espiritual, que sería esa búsqueda con miras a elevar, a otro rango más humano, esta raza que sentimos a menudo absurda y vacía. Aquí entraríamos en un proceso cuasi religioso que no es momento de expandir. Sólo matizar que la fantasía del antropomorfismo no es un tonto juego de la fantasía de los dibujos animados sino una estrategia que acentúa nuestro amor por todas y cada una de las cosas que componen el universo, que nos ayuda de forma lúdica a situarnos en el cosmos y que parece recompensarnos ilimitadamente de diversión. - AllendeAran
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"La fantasía que es el sentido social, anima lo inanimado, lo antropomorfiza todo; todo lo humaniza, y aun lo humana. Y la labor del hombre es sobrenaturalizar a la Naturaleza, esto es: divinizarla humanizándola, hacerla humana, ayudarla a que se concientice, en fin." - Miguel de Unamuno
"El Dios antropomórfico y sentido, al ir purificándose de atributos humanos, y como tales finitos y relativos y temporales, se evapora en el Dios del deísmo o del panteísmo." - Miguel de Unamuno
"El antropocentrismo dio origen al aburrimiento, y cuando el antropomorfismo se reemplazó por el techocentrismo, el aburrimiento se hizo aún más profundo. " - Lars Svendsen
"Perpetuamos el antropocentrismo de forma inversa cuando asumimos que el mundo sin nosotros, un mundo del cual nuestros valores se han sustraído, es en consecuencia un mundo a la vez vacío de valores"  - Steven Shaviro

"Amar a los perros es una cuestión antropomórfica. Nos hemos encariñado con ellos por los sentimientos que les trasmitimos."  - Pierre Berge
"La angustia del destino se conquista por la auto-afirmación del individuo como una significante representación infinitamente microscópica del universo" - Paul Tillich
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